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Trastorno de la personalidad por evitación

 

Las personas con trastorno de la personalidad por evitación experimentan un patrón duradero de sentimientos de inferioridad, extrema sensibilidad a las opiniones de los demás, e inhibición social. Se sienten socialmente ineptos y tratan de evitar ámbitos como el trabajo, los estudios y cualquier actividad que involucre la interacción con otras personas.

A menudo evalúan atentamente los movimientos y las expresiones de aquellos con los que entran en contacto. Su temerosa y tensa actitud puede provocar la burla de los demás, lo que a su vez reafirma sus creencias. Están muy ansiosos ante la posibilidad de que reaccionen a la crítica con sonrojo o llanto. Otros los describen como vergonzosos, tímidos, solitarios y aislados.

Los principales problemas asociados al trastorno de la personalidad por evitación se dan en el funcionamiento social y laboral. La baja autoestima y la hipersensibilidad al rechazo se asocian con un contacto interpersonal restringido. Estos pacientes pueden llegar a estar relativamente aislados y, por lo general, no tienen una red de apoyo social extensa que pueda ayudarles a superar las crisis. Desean afecto y aceptación, y pueden fantasear con relaciones idealizadas con otras personas. Los comportamientos evitativos pueden afectar negativamente en el ámbito laboral, ya que tratan de evitar situaciones sociales que pueden ser importantes para satisfacer las demandas básicas de su trabajo, o para prosperar en él.

Un trastorno de la personalidad es un patrón de larga duración de comportamiento y experiencias internas que se desvía de lo que culturalmente se espera del individuo y que va más allá de lo habitual en la mayoría de las personas. Este patrón es inflexible y desadaptativo en un amplio rango de situaciones personales y sociales. Provoca malestar clínicamente significativo o un deterioro del funcionamiento social, laboral, o en otras esferas importantes. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio puede remontarse a principios de la edad adulta o la adolescencia.

Síntomas

Patrón dominante de inhibición social, sentimientos de incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cuatro (o más) de los hechos siguientes:

  1. Evita las actividades laborales que implican un contacto interpersonal significativo por miedo a la crítica, la desaprobación o el rechazo.
  2. Se muestra poco dispuesto a establecer relación con los demás a no ser que esté seguro de ser apreciado.
  3. Se muestra retraído en las relaciones estrechas porque teme que lo avergüencen o ridiculicen.
  4. Le preocupa ser criticado o rechazado en situaciones sociales.
  5. Se muestra inhibido en nuevas situaciones interpersonales debido al sentimiento de falta de adaptación.
  6. Se ve a sí mismo como socialmente inepto, con poco atractivo personal o inferior a los demás.
  7. Se muestra extremadamente reacio a asumir riesgos personales o a implicarse en nuevas actividades porque le pueden resultar embarazosas.

Como trastorno de la personalidad, tiene patrones duraderos de conducta y se suele diagnosticar en la edad adulta. Es raro que se diagnostique en la infancia o en la adolescencia, ya que un niño o un adolescente está en constante desarrollo, tiene cambios en la personalidad y de madurez. Sin embargo, si se diagnostica en un niño o un adolescente, los síntomas deben haber estado presentes durante al menos un año.

Se cree que el trastorno de la personalidad por evitación se presenta en el 2,4 por ciento de la población.

Al igual que en la mayoría de los trastornos de la personalidad, por lo general, disminuye en intensidad con la edad. Muchas personas con edades comprendidas entre los 40 y los 50 años experimentan los síntomas más extremos con menor intensidad.

Diagnóstico

Los trastornos de la personalidad son diagnosticados por un psiquiatra o un psicólogo clínico. Aunque inicialmente se puede consultar a un médico de asistencia primaria, éste deberá derivar al paciente a un profesional de la salud mental para el diagnóstico y el tratamiento. No existen pruebas de laboratorio, sangre o genética para el diagnóstico.

Muchas personas con trastorno de la personalidad por evitación no buscan tratamiento. Las personas con trastornos de la personalidad, por lo general, no suelen buscar tratamiento hasta que el trastorno comienza a interferir de manera significativa en la vida de la persona. Esto suele suceder cuando los recursos de afrontamiento propios no pueden soportar el estrés u otros eventos cotidianos.

Un profesional de la salud mental realizará un diagnóstico comparando los síntomas y el historial de vida con los síntomas antes descritos. Determinará si los síntomas cumplen los criterios necesarios para el diagnóstico.

Causas

Se desconocen las causas del trastorno de la personalidad por evitación, aunque existen varias teorías. La mayoría de los profesionales se suscriben a un modelo biopsicosocial de causalidad, es decir, las causas son probablemente debidas a factores biológicos y genéticos, factores sociales (como la forma en que una persona interactúa en su desarrollo temprano con su familia y otros niños), y factores psicológicos (la personalidad y el temperamento del individuo moldeados por el ambiente y las habilidades aprendidas para hacer frente al estrés). Esto sugiere que no es un único factor el responsable, si no que es la unión de la naturaleza compleja y probablemente entrelazada de los tres factores. Las investigaciones sugieren que existe un riesgo ligeramente mayor en pacientes con trastorno de la personalidad por evitación de que lo hereden sus hijos.

Tratamiento

El tratamiento del trastorno de la personalidad por evitación normalmente implica psicoterapia con un terapeuta que tenga experiencia en el tratamiento de este tipo de trastorno. Mientras que algunas personas con trastornos de personalidad pueden ser capaces de tolerar la terapia a largo plazo, la mayoría de los pacientes con este trastorno suele acudir a terapia sólo cuando se sienten desbordados por el estrés, que, por lo general, aumenta la intensidad de los síntomas. Esta terapia a corto plazo se enfocará principalmente en los problemas inmediatos en la vida del paciente, dándole algunas pautas de afrontamiento y herramientas. Una vez que se resuelve el problema que ha llevado al paciente a terapia, éste normalmente abandona el tratamiento.

Se puede prescribir medicación para ayudar a mitigar algunos síntomas específicos e incapacitantes.