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El delirio sensitivo de referencia

 

El delirio sensitivo de referencia representa un tipo determinado de enfermedad o un tipo reactivo paranoico bien caracterizado por su etiología, sus síntomas y la forma de su evolución.

Principales signos etiológicos:

    1. El delirio de relación sensitivo se presenta con más frecuencia sobre un fondo hereditario muy acentuado en individuos que muestran marcada debilidad de orden reactivo y, a veces, de orden endógeno.
    2. La constitución psicopática se resalta, en su aspecto biológico general, ante todo por su gran fatigabilidad. El agotamiento causado por el trabajo o por la presión ejercida por los afectos representa un importante momento auxiliar en la evolución de la enfermedad. La constitución sexual muestra, al tiempo que una nitidez de las tendencias pasionales, una dificultad del contacto con el sexo opuesto, una inhibición extremadamente fuerte de las pulsiones y una carencia del instinto erótico. Dicha constitución revela los estigmas de una maduración parcialmente retardada.
    3. La edificación de la enfermedad, una vez se han admitido los elementos endógenos ya expuestos, es psicológica y reaccional, y se caracteriza por la tríada formada por el carácter, la experiencia vivida y el medio.
    4. El delirio de relación sensitivo está condicionado por la disposición caracterial se forma según reglas precisas: cuanto más sensitiva es la disposición, más típicas son las manifestaciones del delirio. El carácter sensitivo es enormemente asténico. Desde una perspectiva psicológica, se ubica entre el carácter expansivo y el carácter asténico puro. Se caracteriza por una falta de expansión, una incapacidad psíquica de efectuar una descarga. La neurosis de relación sensitiva se diferencia de la variante obsesiva del carácter sensitivo por el contraste más acentuado de tensiones interiores. La personalidad de un neurótico sensitivo presenta, por una parte, una suavidad extrema, una debilidad, una sutileza, una vulnerabilidad y, por otra parte, un cierto grado de ambición, de conciencia en sí y de tenacidad. Los representantes más perfilados de este grupo caracterial son individuos complicados, de elevada inteligencia y de gran valor; poseen una sensibilidad fina y profunda, y poseen una ética escrupulosa. Su vida psíquica interiorizada e hipersensible hace que sean presa fácil para las pruebas banales de la vida. Ocultan profundamente sus afectos, y los ocultan durante mucho tiempo. Se analizan y se critican con refinamiento. Son muy susceptibles y tenaces, pero al mismo tiempo son afectuosos y confiados. Se estiman en su justo valor, pero son tímidos y carecen de seguridad en su comportamiento. Aunque están replegados sobre sí mismos, son cordiales y permiten ser abordados fácilmente; son modestos, aunque ambiciosos en sus proyectos, y tienen una actividad social extremadamente intensa. La mezquindad y la pedantería propia de los obsesivos no se encuentra en los sujetos afectados de neurosis de relación. No están tan intensamente atormentados y, en proporción, tienen una estructura pulsional menos compleja. Sin embargo, en las neurosis de relación se pueden igualmente encontrar trastornos muy ligeros del desarrollo sexual. En ese caso, dichos individuos, de humor grave, tienen tendencia a trastornos reactivos duraderos, pero en éstos no se trata por lo general de una depresión constitucional. En algunos casos, pueden incluso, hablando con rigor, ser designados como sanguíneos, teniendo en cuenta la labilidad de sus accesos de gozo y de pena.
    5. La experiencia vivida que provoca el delirio de relación sensitivo se basa en el mecanismo de represión, al que sigue la inversión, rasgo característico de los sensitivos. Este mecanismo se dirige claramente, en primer lugar, de la retención de la experiencia de un paranoico expansivo merced a la ausencia de una exteriorización libre de los afectos; en segundo lugar, se distingue de las formaciones de complejos de los histéricos por la elaboración consciente de la experiencia. En los caracteres sensitivos, la experiencia que provoca el sentimiento de una insuficiencia humillante opera regularmente como factor patógeno. El fracaso moral arrastra inexorablemente al sensitivo a abismarse cada vez más en una lucha consigo mismo, una lucha por otra parte, tan vana como secreta. Pues, desprovisto de un egoísmo robusto, está dotado por contra de un psiquismo sutil y profundo así como de una gran cantidad de interiorización. El retorno compulsivo de la serie de representaciones reprimidas crea una tensión psíquica agobiante que transforma finalmente el contenido primario de la experiencia en un delirio de relación. 
       
      Este último es el reflejo exterior y concreto de la auto-desvalorización interior del sujeto. Las influencias psicológicas recíprocas entre el carácter y la experiencia representan en el delirio de relación sensitivo la causa primordial de la enfermedad. Esto ocurre porque los hechos reales que conducen a la eclosión de la enfermedad no son, en ningún caso, hechos azarosos, sino que siguen ciertas leyes que, incluso en individuo normal con carácter sensitivo, provocan habitualmente las mismas complicaciones psíquicas graves. No obstante, en ese caso, dichas complicaciones no desembocan en una afección psíquica. Los conflictos ético-sexuales son, en primer lugar, quienes poseen una fuerza patógena. Las luchas de conciencia de los masturbadores, cuando se trata de neurosis ligeras, ya son conocidas desde hace bastante tiempo. Un grupo análogo de experiencias vitales está representado por el amor tardío de las solteronas. Se debe añadir a estos factores el fracaso de la lucha contra las tendencias perversas aborrecidas, como en el caso Wagner, y los problemas éticos de la vida conyugal, como en el caso KIuge. La importancia del rol desempeñado en la eclosión de la enfermedad precisamente por las complicaciones de orden ético-sexual se explica, por una parte, por el hecho de que los psicópatas de todas las categorías tienden a sobrevalorar la esfera sexual y también porque presentan frecuentemente anomalías reales, cualitativas y cuantitativas, de la vida pulsional. Además, las contradicciones existentes entre el rigor extremo y la unilateralidad de la moral sexual corriente constituyen un buen cebo para la escrupulosidad de los sensitivos.
      Finalmente, la molestia convencional que obliga a disimular todo cuanto se relaciona con la sexualidad, refuerza funestamente la tendencia del carácter sensitivo a la represión de la experiencia interior. Sin embargo, nos oponemos a considerar que la esfera sexual tenga el monopolio en la etiología del delirio de relación sensitivo, como enseña la doctrina psicoanalítica de las neurosis. Hemos observado que surgen complicaciones similares en otros dominios importantes de la vida, principalmente en el campo profesional. En este último caso, tampoco las causas de la enfermedad están libradas al azar (Wernicke, Margulies), sino que, por una parte, obedecen a 1& serie de acontecimientos de importancia vital, que podrían alterar profundamente y de manera duradera incluso, el psiquismo de los no-psicópatas. Por otra parte, esas causas se refieren a los problemas de la moral personal, en el sentido de un fracaso humillante del individuo, en oposición a las exigencias a la que obliga su profesión y que él mismo se haya impuesto en ese terreno.
      Para evitar malentendidos, es preciso señalar aquí que el punto de vista que nosotros consideramos relevante para despejar el rol dominante de la experiencia vivida en el delirio de relación sensitivo se basa ante todo en el estudio directo y personal de todos nuestros enfermos. Nuestra opinión no se apoya sobre un método controvertido de exámenes psicológicos y menos aún sobre interpretaciones sabias, sino contestables, de relaciones psicológicas entre los fragmentos aislados de las representaciones mórbidas que el sujeto nos confía. Nosotros establecemos las bases esenciales de toda la psicosis sobre la única experiencia fundamental que aparece, de manera convincente, directamente en el curso de la simple entrevista médica: todas las relaciones son señaladas por el enfermo mismo y no deducidas por el médico.
    6. Las influencias del medio. Las influencias del medio no son causas esenciales del delirio de relación sensitivo. Empero, son a menudo factores importantes y co-determinantes. Están ligadas estrechamente al carácter del enfermo, a su actitud ética respecto a la experiencia, en la medida en que ese carácter y esta actitud crean el medio que, más tarde, opera sobre ellos. La fórmula que expresa la influencia del medio sobre la eclosión de la enfermedad es la siguiente: una situación humillante ocasiona una tensión del sentimiento de sí mismo. De igual modo que la experiencia, las influencias del medio excitan de manera específica, conforme a leyes precisas, los dos componentes del carácter sensitivo: su sentimiento asténico de insuficiencia y su conciencia esténica de sí mismo. Esta tensión, que se acentúa del modo ya expuesto, provoca la eclosión de la enfermedad. Como ya sabemos, ciertas condiciones de la vida profesional de las solteras juegan sobre todo un papel importante en esos casos. E igualmente, como ya hemos visto, ciertas constelaciones de orden social y religioso de un pueblo de provincias desempeñan el mismo rol en la vida de las solteronas. Situaciones muy similares son creadas por las condiciones de vida de campesinos solteros, así como por las condiciones de vida de los autodidactas ambiciosos del medio obrero. Muy próxima a dichos casos es la situación social y espiritual, aunque equívoca, del maestro de primera enseñanza (Wagner, Urban). Por su parte, esta situación implica ciertas exigencias y, por otra, no encuentra la suficiente consideración, pues esos individuos adolecen de formación espiritual superior. 
      Podemos, pues, resumir el aspecto psicológico de la edificación del delirio de relación sensitivo mediante la fórmula siguiente: ·el delirio de relación sensitivo se origina en las influencias acumuladas de experiencias típicas o en la influencia de situaciones vitales típicas que actúan sobre disposiciones caracteriales típicas y sobre labilidades constitucionales. Esto sucede frecuentemente con la ayuda de constituciones sociales típicas. Si esos tres factores han provocado una represión mórbida, el factor biológico de agotamiento contribuye activamente al desencadenamiento de la enfermedad. Y, a la inversa, una laxitud neurasténica puede facilitar enormemente la aparición de represión en los caracteres sensitivos.

Esto es lo que se puede decir a propósito de la etiología.

La sintomatología del delirio de relación sensitivo está claramente dominada por algunos factores etiológicos estructurales. Los factores principales son: la represión de la experiencia y el agotamiento. El núcleo de la enfermedad está representado por un delirio de relación polarizado, que toma como punto de partida una base afectiva precisa, ubicada entre una inseguridad humillante y una autoacusación que provoca la desesperación. Esta sintomatología puede resumirse en los puntos que siguen:

    1. En el paroxismo de la enfermedad, el contenido de representaciones y la situación afectiva están fuertemente centrados en la experiencia patógena.
    2. Los síntomas de las psicosis sensitivas manifiestan una notable acentuación de propiedades inherentes al carácter sensitivo;
    3. El cuadro clínico está frecuentemente teñido de síntomas de agotamiento neurasténico.

La experiencia vivida, o la situación vital subyacente, son un elemento primordial en los casos típicos; sin ellas la enfermedad se reduciría a nada: dicho elemento, por su repetición compulsiva, aporta continuamente temas de autoacusación depresiva, de aprehensión hipocondriaca de embarazo, de reblandecimiento cerebral o enfermedad de la médula espinal, accesos de angustia y desesperación. Además, se produce una tensión de voluntad agotada e improductiva. La experiencia vivida es también la fuente de humor y el objeto del pensamiento en el delirio de la relación, sea éste todo lo intenso y ramificado que pueda. Todas las ideas, como haber sufrido perjuicios y sentirse observado por la familia y los compañeros, por la gente y por los periódicos, todos los temores de persecución, ya sea por la policía o por los tribunales, toman su punto de partida en una experiencia y retoman siempre la misma fuente.

Toda la personalidad sensitiva vive la psicosis. El delirio de relación mismo es una imagen especular exageradamente embutida de la inseguridad y de la timidez inherentes a dicha personalidad. Las oscilaciones particularmente profundas entre la convicción mórbida y la toma de conciencia de la enfermedad, la fluidez, la influenciabilidad y la claridad menguada de sentido de realidad, el sentimiento constante de la enfermedad, las fluctuaciones, con todos sus grados de transición entre una verdadera representación delirante y una verdadera representación obsesiva, reflejan al mismo tiempo fielmente la capacidad aumentada de un sensitivo a la autocrítica, así como una indecisión y su falta de voluntad combativa. Tales oscilaciones evidencian de este modo el parentesco estrecho entre un sensitivo afectado de una psicosis sensitiva y un obsesivo. Cuando vemos a un sensitivo, atacado por una enfermedad mental, dirigir contra sí mismo la punta más afilada de su tormentoso afecto, angustiado, desesperado, presenciamos también su sensibilidad interior, su escrupulosidad moral, la misma de la que hace gala en las fases normales de su existencia. 

El carácter eminentemente defensivo del delirio de relación en los casos puros, la ausencia de explosiones agresivas, a pesar incluso de la tensión extrema de los afectos, las precauciones y la prudencia en la apreciación de los motivos de su supuesto adversario, hacen aún resurgir con más fuerza, en el momento de la enfermedad, el altruismo, el sentimiento arraigado de justicia, la honestidad así como la incapacidad específica de las naturalezas sensitivas a una descarga completa de los afectos. El componente hipocondriaco del cuadro clínico deja entrever una fuente ansiosa. La manera mediante la cual el sensitivo experimenta su enfermedad, que se opone por completo a la actitud del histérico, la amargura causada por la conciencia dolorosa de su propia inutilidad, la debilidad y la necesidad de circunspección, y también el esfuerzo con miras a su restablecimiento, corresponden al deseo de actividad y a las aspiraciones sociales. Por otra parte, y del mismo modo, la gran susceptibilidad personal corresponde a la exaltación del sentido del honor y a la estima de sí mismo; la confianza testimoniada a los médicos y la búsqueda de ayuda nos muestran la necesidad de apoyo experimentada por el individuo sensitivo.