Marta pasa de los 30 años y vive una pesadilla. Tiene que salir de casa acompañada, y cuando lo hace, intenta que sea lo más breve posible. Dice que se esconde porque está llena de miedos e inseguridades. «No sabes siquiera que necesitas ayuda, aunque en el fondo de tu alma gritas», resume. Entablar una conversación con alguien le provoca mucho miedo y ansiedad. Los temblores y sudores no tardan en aparecer. Se queda en blanco y bloqueada. No le salen las palabras, lo que le hace evitar cada vez más situaciones sociales. Sufre fobia social, una patología muy incapacitante y poco conocida.
Esta enfermedad es una especie de timidez exagerada, caracterizada por un miedo y ansiedad marcados y persistentes a enfrentarse a determinados eventos sociales, a la interacción con los demás, o simplemente a ser observados en cualquier situación, interfiriendo en la vida diaria de quien la padece.
Este trastorno produce grandes dificultades en el funcionamiento diario de los afectados, ya que el temor les impide afrontar a momentos comunes como hablar en grupo, acudir a fiestas, mantener una conversación con alguien o comer en público.
La fobia social se caracteriza por la presencia de síntomas físicos (palpitaciones, sudoración, temblores, náuseas y diarrea, etc.), en la forma de pensar («voy a hacer el ridículo», «quedaré bloqueado y no sabré que decir», «seguro que no les interesa mi opinión»...) y en el comportamiento (evitar o escapar de alguna situación y refugiarse en otro sitio).
Según los últimos estudios, entre un 3 y un 13 por ciento de los españoles la padecen, por lo que se calcula que actualmente un millón y medio de personas en España sufre esta patología.
Todo el mundo se pone algo nervioso ante determinadas situaciones sociales. Sin embargo, cuando esa tensión imposibilita llevar una vida normal, ya es un problema de ansiedad social.
«Me escondo porque estoy llena de inseguridades, porque mi mayor miedo es que me señalen, me juzguen, digan que estoy loca, no me entiendan o simplemente que me hagan más daño utilizando mi especial vulnerabilidad si me expongo», comenta Marta.
La persona que sufre fobia social tiene ansiedad o temor ante la mayoría de las relaciones sociales, no llegando a disfrutar de estas. Los casos más graves llegan a no poder salir a la calle.
Este trastorno se diagnostica cuando otros síntomas dan la cara. De hecho, en muchas ocasiones, se presenta junto con otras enfermedades psiquiátricas como depresión, otros trastornos de ansiedad y consumo y abuso de sustancias.
En un bucle
Irónicamente, el miedo al rechazo hace que las personas con ansiedad social actúen de manera que aumentan sus posibilidades de ser rechazado.
Se produce un bucle de evitación («no voy»), lucha contra ella («quiero relacionarme pero no soy capaz»), anticipación de situaciones peligrosas («si hablo en público, voy a tartamudear»), profecías autocumplidas de que no puede («comienzo a hablar y, como me temía, estoy tartamudeando») y vuelta a evitar. Así una y otra vez.
El hecho de eludir las momentos que producen miedo solo confirma su debilidad, por lo tanto, cada vez se sienten menos valiosos, provocando en la persona una sensación de indefensión y de no poder hacer nada.
La solución
Drogadicción, alcoholismo, depresión, a veces asociado a suicidios, agorafobia, ansiedad generalizada, trastornos obsesivos compulsivo, anorexia o bulimia, son algunos de los síntomas de esta enfermedad.
Para hacerla frente, los expertos aconsejan identificar los pensamientos negativos, hacerse preguntas sobre esas ideas pesimistas, tratar de evitar las dudas, apoyarse en personas de confianza y entrar en contacto con asociaciones donde compartir inquietudes y recibir consejos. También es recomendable pedir ayuda a un especialista en salud mental.
Fuente: La Tribuna de Ciudad Real.